Rosa Cremón Parra

En 1918 su familia se trasladó a Longwy-Haut (Meurthe y Mosela), un pueblo minero donde trabajó su padre.Fue destinada a los Hospitales de las Brigadas Internacionales en Albacete, Murcia y Benicasim.Cremón decidió quedarse para atender a los enfermos del Ejército de Evacuación.[2]​ También estuvo en diversas prisiones cumpliendo condena y trabajando como enfermera pues, a pesar de que el partido les había dado la orden de no colaborar en nada, a la vista del estado en que se encontraban las presas y los hijos de estas, decidieron organizarse.[1]​ Su testimonio forma parte del libro Nosotras que perdimos la paz, (2005) de Llum Quiñonero.