Su vida trascurrió en Valladolid, donde desarrolló su labor como catedrático del Instituto Zorrilla, intelectual y escritor.
[1] Participó en la reforma administrativa del Ejército, pero no en la revolución de 1868 contra Isabel II.
Macías defendió un modelo orgánico de sociedad que reafirmaba el papel fundamental de los cuerpos intermedios (familia, municipio, provincia, región y corporaciones) frente al individualismo russoniano.
Hechos, causas, remedios (Madrid, 1899),[2] la primera lección que transmite es la rotunda desmitificación de la España austracista, que interpretó como una gran desviación de nuestra evolución orgánica: No.
Toda esa borra insepulta de conservadores, fusionistas, federales, republicanos progresistas, centralistas, íntegros, unionistas-católicos, carlo-eclesiales y carlo-fin-de-siglo hay que barrerla al hoyo del spoliarium hasta enterrarla, esterilizar y antiseptizarla en lo más hondo de donde nunca debió salir.Macías plantea problemas y apuntaba soluciones concretas que, en parte, pretendían situarse por encima de las meras ideologías.
Para él la enseñanza es libresca y memorística, sin práctica ni experimentación en laboratorio, sin crítica de fuentes; no hay interés por cómo se hace la ciencia: «eso no se enseña en España»...
Los manuales quizá no son caros, tampoco obligatorios, pero son buena expresión del nivel existente, salvadas las excepciones: «Doctrinas arqueológicas, teorizaciones de invención arbitraria, errores increíbles, ignorancias inexplicables, lenguaje sin arte, y aun sin gramática...».