El arrendatario debía administrar la tierra y tratar de sacar el máximo beneficio en el mínimo tiempo posible.
[3] Los arrendatarios eran mal vistos entre los campesinos que desarrollaron un cierto antisemitismo al ser una parte de aquellos judíos (el 27 % del total).
[3] La competencia del grano estadounidense y ruso había hecho poco competitivo al rumano, y los terratenientes decidieron competir explotando a los campesinos, imponiéndoles condiciones de trabajo de miseria: «con una alimentación infrahumana debían producir un trabajo sobrehumano».
[5] La revuelta se inició en las tierras administradas por un arrendatario, Mochi Fischer, en el pueblo de Flămânzi (el nombre parecía predestinado, ya que literalmente significa «hambrientos»).
Los campesinos, temiendo que se quedarían sin trabajo y, sobre todo, sin comida, comenzaron a actuar violentamente.
Mochi Fischer se asustó y huyó a casa de un amigo suyo en Chernivtsi (capital de Bucovina, entonces parte del Imperio austrohúngaro), dejando a los campesinos sin contratos.
[5] Con el tiempo, esta toma de conciencia y el miedo a un cambio revolucionario del modelo social hicieron que, sobre todo los nacional-liberales, planteasen reformas agrarias, que no se llevaron a cabo hasta después de la Primera Guerra Mundial, obstaculizadas hasta entonces por los intereses económicos del Partido Conservador y también de muchos terratenientes miembros del Partido Liberal.