La motivación de Borlaug fue la baja producción agrícola con los métodos tradicionales, en contraste con las perspectivas optimistas de la revolución verde con respecto a la erradicación del hambre y la desnutrición en los países subdesarrollados.
La revolución verde benefició en su mayoría a las grandes cultivadoras, que contaban con los recursos y tenían la necesidad de adquirir las nuevas tecnologías, contrario a lo que ocurría con las tierras pequeñas.
[5] El desarrollo agrícola que se inició en Sonora (México) en 1943, dirigido por Norman E. Borlaug, había sido juzgado como un éxito por la Fundación Rockefeller, que trató de propagarlo a otros países.
[6] Borlaug fue invitado al país por M. S. Swaminathan, asesor del ministro indio de Agricultura, S. K. Patil.
[8] El IR8 fue un éxito en toda Asia; apodado el «milagro del arroz», también se desarrolló en la IR36 semienana.
Sostiene que los estudios sobre el cultivo del arroz van a orientarse en mayor medida hacia una agricultura ecológica.
Por esto, la revolución verde fue muy criticada desde diversos puntos de vista, desde el ecológico al económico, pasando por el cultural e incluso nutricional.
Donde parten de la fertilidad del suelo como base para una buena producción, respetando las exigencias y el medio ambiente en todos sus aspectos.
Así pues, de la misma manera que la agricultura industrial ha sido un factor importante para la transición demográfica,[12] un posible agotamiento del petróleo podría suponer futuras hambrunas, crisis alimentarias y un aumento drástico en la mortandad a nivel mundial.