Se desconoce cuándo pasó del Levante español a la península itálica y cuándo empezó a trabajar para los Borgia, pero sí se sabe que para cuando el patriarca Rodrigo se convirtió en pontífice, Ramiro ya era un hombre de confianza de su hijo César, tanto que en calidad de mayordomo le acompañó a Francia como testigo para su boda con Carlota de Albret, en 1498.Los desórdenes son reprimidos sin piedad, pero Ramiro también promueve la paz entre facciones e inicia un programa de obra pública.Ramiro no titubeó y obligó al sacerdote a entregar al reo, a quien hizo ahorcar de una ventana de aquel mismo edificio, violando el espacio sagrado.Además impuso una multa a los ciudadanos de 10 000 ducados por complicidad, pero los faentinos la recurrieron a César, que la anuló en un gesto de buena voluntad.[1] En un juicio sumarísimo, fue acusado de corrupción, traición y tiranía, delitos por los que se le condenó a decapitación.