Estudió con los jesuitas, a los que no guardó mucho aprecio.
Su heredero, Vicenzo di Sangro, vendió todos sus inventos y abandonó las mil seiscientas obras de la biblioteca reunida por su padre, dilapidando el patrimonio familiar.
Las máquinas en cuestión son dos esqueletos humanos, pertenecientes a un hombre y una mujer (más un tercero desaparecido, correspondiente a un recién nacido),[2] que presentan un modelo anatómico del sistema circulatorio humano así como algunas de sus vísceras.
Aunque en el pasado se ha especulado con el método utilizado para su creación y que estuviera relacionado con la alquimia o con algún tipo de plastinación o embalsamamiento temprano (en buena medida debido a que los actuales propietarios de la Capilla obstaculizaban cualquier análisis científico de los restos) como una solución basada en el mercurio realizada por el propio Raimondo que petrificó las venas.
Se discute a quiénes pertenecen los cadáveres (algunos dicen que el hombre es el propio Raimondo, aunque no existe prueba alguna).