Falleció en 1886 en Ciudad de México y fue sepultado en el Panteón del Tepeyac.
Un municipio y su cabecera municipal del estado de Veracruz fueron nombrados en su honor.
[3] Posteriormente, la familia se trasladó a San Luis Potosí, en donde Lucio se interesó en la medicina,[4] aunque durante dos años cursó la carrera de filosofía en el Colegio Josefino Guadalupano.
[2] En 1845, llegó a la Escuela Nacional de Medicina como profesor adjunto.
[8] Adjuntamente, impartió diversas clases, como las de química y operaciones.
[1] Según Francisco Sosa Escalante, que cita a Hilarión Frías y Soto, tras la batalla de Chapultepec se ocupó de atender a los heridos.
En ambas ocasiones a su retorno puso en práctica lo que había aprendido, especialmente lo relacionado con la cirugía.
[8] En octubre de 1870, durante varias semanas, hizo visitas médicas al Palacio Nacional y atendió, junto con otros médicos, al presidente Benito Juárez.
[15] Más tarde, en 1948, Latapi y Chévez Zamora identificaron la «naturaleza histopatológica del proceso» y «acuñaron el término eritema necrosante o fenómeno de Lucio».
[17] En ese periodo, según Aniceto Ortega, Lucio y Gabino Barreda introdujeron la brayera (Hagenia abyssinica) en México.
[20][21][22] En su primera reunión, que se llevó a cabo en la Casa de Moneda, Lucio fungió como tesorero.
[25] En esos periodos, buscó aumentar el número de socios y suprimir el trabajo escrito que se debía presentar.
Participó en la clasificación del depósito de cuadros existente en el convento La Encarnación.