Una de las estrategias principales de las potencias del eje era atacar y hundir la marina mercante que abastecía al Reino Unido, haciendo que la industria británica se resintiera y fuera más débil (véase Batalla del Atlántico).
Estos alimentos fueron seguidos por la carne, el té, la mermelada, las galletas, los cereales de desayuno, el queso, los huevos, la leche y la fruta en conserva.
Los restaurantes estaban exentos del racionamiento, lo que condujo a un cierto resentimiento ya que las personas adineradas podrían suplir su restricción del alimento comiendo fuera de casa y de forma extravagante.
A mediados del año 1941, el LCC’s Londoners’ Meals Service tenía funcionando doscientos de estos restaurantes.
Los estándares variaron, pero los mejores fueron apreciados y tenían grandes clientelas que comían allí de forma regular.