Aunque es relativamente conocido en la literatura arqueológica, su existencia es ignorada por gran parte de la población, incluidos los lugareños.
La altura con respecto al nivel del mar es de aproximadamente 1920 metros.
Adosados a la muralla, se pueden observar pequeños bastiones, ocasionalmente referidos como "atalayas".
Sus murallas fueron intencionalmente construidas para ser avistadas desde el fondo del valle, en contraste con otros pucarás preincaicos, los cuales buscaban camuflarse.
Esto y su emplazamiento geográfico alimentaron su función como símbolo de dominación.
Las murallas del pucará, aunque todavía casi completas, están desmoronadas y afectadas por la maleza.