Abarcaba los territorios al sur del río Júcar hasta la línea Biar-Busot, límite meridional del Reino de Valencia según el tratado de Almizra.
Sin embargo, con la Guerra de Sucesión, y con motivo de la fuerte oposición hecha a las tropas borbónicas, la ciudad fue quemada, sus habitantes deportados, sus privilegios abolidos, sus archivos eliminados y su nombre cambiado por el de San Felipe.
Cien años después del asedio en la Guerra de Sucesión, y gracias a la intervención del setabense Joaquín Llorenç Villanueva, diputado por Valencia en las Cortes de Cádiz, consiguió reponer el nombre de Játiva a la ciudad.
Aunque fue unos pocos años más tarde, en el Trienio Liberal, cuando Villanueva dotó de capitalidad provincial a la ciudad en la nueva organización territorial del estado.
Así pues, se nombraban comisionados que debían definir estos límites junto con los correspondientes de las provincias vecinas.