La prótesis formaba parte integral del ritual funerario griego, al menos desde el siglo VIII a. C. En este caso, después de lavado y vestido por las mujeres, el cuerpo era colocado usualmente en un lecho denominado kline (en griego, κλίνη) y se le cubría con un manto denominado fáros (en griego, φάρος pharos).
Como una evidencia indirecta de la importancia de este acto, se han encontrado además escenas de prótesis con klinai funerarios en tumbas del siglo VIII a. C., en particular, en representaciones en cerámicas geométricas , lo que sugiera la gran importancia de este ritual.
Casi al mismo tiempo o un poco más tarde, deben notarse las epopeyas homéricas que también describen la prótesis como parte integral de las ceremonias funerarias de los grandes héroes griegos.
[1] Su nombre es mencionado por primera vez en una inscripción del siglo VI a. C.[2] La mención propiamente literaria más antigua se encuentra en Platón.
[4] Una ley de Solón limitó la prótesis en Atenas a la casa y debía durar sólo un día.