Es conocido por ser el primer cañón metálico y fue empleado por los franceses en la Guerra de los Cien Años.
[6] El manuscrito muestra un gran jarrón sobre una mesa, detrás del cual se encuentra un hombre vistiendo una armadura y sosteniendo un rudimentario portamechas cerca de su fondo (en este caso, el portamechas sostendría un alambre al rojo vivo, calentado en un brasero, en lugar de una mecha lenta).
[5] A pesar de estar ilustrado en el tratado, no tiene una explicación o descripción.
[7] Para aclarar estos puntos, los investigadores de las Armadurías Reales reconstruyeron y probaron el arma en 1999.
Estimando el tamaño del cañón a partir del hombre parado a su lado en la ilustración, la réplica tenía una longitud de 90 cm y medía 40 cm en su punto más ancho; al estar hecha de bronce fundido, pesaba 410 kg.