[7] Este segundo ataqué agudizó la hostilidad hacia los judíos locales; autoridades militares aseguraban haber encontrado miembros de la comunidad en los aviones soviéticos derribados y haber detectado paracaidistas enemigos en la ciudad.
[15][16] Esa misma tarde, una reunión de responsables civiles y militares, con presencia alemana y permiso del Ministerio del Interior, decidió expulsar de la ciudad a los supervivientes; la orden se restringió más tarde a los «varones sospechosos».
[17] Con los vagones a su máxima capacidad, el tren partió la madrugada del día siguiente.
[19] El tren había recorrido unos quinientos kilómetros en seis días y medio, en mitad del calor del verano, casi sin agua; en el traslado habían muerto más de mil cuatrocientas personas.
[3] Se desconoce el número exacto del víctimas del pogromo pues, aunque se conoce con bastante exactitud el número de los que murieron en los trenes, no ocurre lo mismo con los asesinados en la ciudad.
[1] Al menos ciento treinta y seis judíos habían muerto a manos de los soldados rumanos en retirada.
[1] Solo en Dorohoi, una unidad había asesinado a unos cincuenta judíos, muchos de ellos ancianos y niños.
[1] En los meses previos a la invasión de la URSS, el antisemitismo oficial se acentuó.
[21] Se presentaba a los judíos como elementos parásitos de la sociedad rumana y agentes soviéticos.
[6][nota 4] El SSI había formado un grupo, el «primer nivel operativo»,[5] formado por unos ciento sesenta hombres, para frustrar posibles intentos de sabotaje, espionaje o terrorismo en la zona del frente.
[7] El grupo participó más tarde también en las matanzas de Kishinev[26] y Odesa.
[7] El «primer nivel operativo» despachó un equipo —dividido en varios grupos—[27] a la ciudad para coordinar la operación con los mandos militares y policiales,[28][nota 5] mientras el vice primer ministro Mihai Antonescu se encargaba de coordinar al SSI y a los comandantes alemanes destacados en la zona, además de a la embajada alemana.
[28] Otro grupo del SSI había llegado a la ciudad cinco días antes para encargarse de la coordinación con la policía.
[32] La mañana del 26, la ciudad sufrió un segundo bombardeo soviético, esta vez con graves consecuencias: varios edificios importantes resultaron dañados y las bombas causaron unos seiscientos muertos, treinta y ocho de ellos, judíos.
[7] Este segundo ataqué agudizó la hostilidad hacia los judíos locales; autoridades militares aseguraban haber encontrado miembros de la comunidad en los aviones soviéticos derribados y haber detectado paracaidistas enemigos en la ciudad.
[33] El registro acabó con trescientos diecisiete judíos detenidos, acusados de poseer linternas o paños rojos.
[33] La misma noche del viernes, se detuvo sin cargos a un joven judío.
[35] El sábado 28, treinta soldados, dirigidos por un sargento que ya había asesinado a algunos judíos en los días anteriores, saquearon unas casas con la excusa de buscar una radio.
[43][13] En ocasiones, algunos civiles y militares evitaron alguna matanza, mientras que en otros los judíos detenidos lograron sobornar a sus captores.
[18] Algunos se enterraron en el cementerio judío, otros fueron lanzados al río —junto con algunos moribundos y heridos—.
[4][nota 9] Las autoridades militares habían rechazado doce vagones porque, siendo para ganado, contaban con rendijas de ventilación.
[53] A los prisioneros no se les había entregado agua, a pesar del calor sofocante, ni les había permitido retirar las tablas para mejorar la ventilación de los abarrotados vagones.
[57] Durante las diecinueve horas que el tren permaneció detenido, los vagones solo se abrieron para retirar los muertos.
[19] En Mărășești se retiraron diez cadáveres y más tarde, en Inosesti, otros cuarenta.
[20] Unos doscientos, la mitad niños, recibieron permiso para trasladarse a las sinagogas de la localidad.
[20][58] En medio del calor veraniego y sin agua, el tren tardó ocho horas en recorrer veinte kilómetros, durante las que se produjeron centenares de víctimas por el apiñamiento y la falta de agua.
[3] Se desconoce el número exacto del víctimas del pogromo pues, aunque se conoce con bastante exactitud el número de los que murieron en los trenes, no ocurre lo mismo con los asesinados en la ciudad.
[59] No solo las tropas alemanas, sino también las rumanas, ante la pasividad de sus mandos directos, participaron en las atrocidades.