Plumaje

El plumaje se usa por tanto para identificar, distinguir y estudiar a las aves, aportando mucha información específica sobre cada individuo, puesto que dentro de cada especie y subespecie el plumaje también suele variar entre las diferentes edades, sexos y estaciones del año, e incluso puede ser indicador de enfermedades.

[2]​ A menudo, la gran mayoría de especies de aves migradoras mudan el plumaje antes de la emigración otoñal, por lo que pierden sus plumas viejas, desgastadas por el esfuerzo físico y las inclemencias del tiempo, para dar lugar a otras nuevas con las que afrontar mejor su largo viaje.

En las aves su plumaje puede representar un gran atractivo, apreciado en todos los aspectos por el hombre, aunque evidentemente no siendo ornamental con este fin.

Muchas aves presentan un plumaje críptico que les permite pasar desapercibidas ante sus predadores, hecho que en ocasiones se apoya por las posibles y determinadas posturas que puedan adoptar para lograr confundirse con el entorno, como es el caso de las avetoros (garzas del género Botaurus), que permanecen inmóviles cuando el peligro les acecha, para asemejarse a los juncos circundantes, levantando sus cuellos rayados y apuntando sus largos picos hacia el cielo.

El camuflaje no solo sirve para ocultarse de predadores, sino que algunas aves lo usan para acechar a sus presas sin ser vistas, como es el caso del gavilán común (Accipiter nisus) que, colocado a la sombra en alguna rama, puede divisar a su presa con la ventaja de otorgarle menor margen de maniobra.

Pavo real durante el cortejo.
Macho de azulón en eclipse.
Es muy corriente entre los machos de las anátidas con dimorfismo sexual presentar plumajes muy diferentes según sea temporada de cría o no.