Una plaza[1] (también azogue)[2] es un espacio urbano público, amplio o pequeño y descubierto, en el que se suelen realizar gran variedad de actividades.
Con frecuencia son el elemento nuclear de una población, el lugar alrededor del cual comienzan a levantarse las edificaciones más representativas, con lo que se convierten en símbolos del poder, y en ocasiones reflejan la dualidad de poder (religioso y político).
En ellas se concentran gran cantidad de actividades sociales, comerciales y culturales.
Además, al ser lugares de encuentro, albergan actividades lúdicas y festivas: fiestas, juegos, espectáculos, deportes, mercadillos o cualquier acto público imaginable.
[4] El diseño de la ciudad clásica grecorromana, que valoraba especialmente la dimensión pública de la vida urbana, concedía una importancia central al ágora (griega) o al foro (romano), donde se centralizaba la actividad comercial, judicial, política y religiosa.
Otras civilizaciones antiguas desarrollarán sus propios modelos, especialmente China, donde se desarrolla la Ciudad Prohibida con su estructura protocolaria de sucesivos palacios ante los que se abren gigantescos patios con una impresionante escenografía, adecuada a su formación social histórica (el despotismo oriental).
También son importantes las funciones de todo tipo y el elaborado diseño que presentan las plazas centrales de los poblados en las culturas primitivas o indígenas estudiadas por los antropólogos, como las aldeas dogón en el Níger (África occidental) o las Kuikuro en el Alto Xingú (Amazonia).
[13] En cuanto a obras modernas en las que las plazas cobran un papel protagónico, pueden ponerse como ejemplos