[1] Las áreas de la ciudad con alta vitalidad son percibidas como vivas, animadas o vibrantes y suelen atraer a personas para realizar sus actividades, pasear o quedarse.
Sin embargo, las áreas de baja vitalidad repelen a las personas y pueden percibirse como inseguras.
Jacobs criticó en los años 1960 la arquitectura moderna y racionalista defendida por Robert Moses o Le Corbusier cuyo protagonista era el coche privado.
En cambio, abogó por un desarrollo denso de uso mixto y calles transitables, con "ojos en la calle" de los propios transeúntes que ayudan a mantener el orden público.
[2][3][7] La vitalidad urbana puede llegar a cuantificarse gracias al análisis de los elementos que la determinan.