Nacida de la unión del Millalobo y Huenchula, el mito dice que al regresar nuevamente la Huenchula, a casa de su madre; en donde había dejado a su hija comprobó que la curiosidad de su madre la hizo mirar a la bebé que no debía ser mirada por ningún ser mortal, y esta se había transformado en agua cristalina.
Y luego, avanzando hacia el interior del océano, llamó a su esposo el Millalobo.
Los chilotes, especialmente los pescadores, cuentan en sus leyendas que cuando la Pincoya realiza su delicado baile hacia el mar, significa que en esos mares abundarán los peces y mariscos; en cambio si lo hace hacia la tierra, generalmente debido a que los pobladores han cometido alguna falta en contra del mar, les indica que, para la temporada venidera, los mencionados productos escasearán y por tal motivo, será necesario salir en su búsqueda a playas y mares lejanos.
No obstante, cuando llega la escasez y en ciertas regiones se prolonga por largo tiempo por ausencia de la Pincoya, es posible hacerla volver y con ella, la abundancia, por intermedio de una ceremonia especial.
Su presencia sobre una roca o sembrando en una playa con la cara vuelta hacia el mar es señal que ese sitio será pródigo en mariscos y peces.