Fue preparado primero como impuro a mediados del siglo XVII por Johann Rudolf Glauber mediante la disolución de madera en ácido nítrico y neutralizado con carbonato de potasio.
El picrato de potasio no es un explosivo muy potente pero no deja de ser sensible a los golpes; en contacto con la llama este empieza a deflagar con un sonido fuerte.
Como el ácido pícrico es apenas soluble en agua, la reacción debe realizarse en un disolvente apropiado como metanol.
En primer lugar disolver el ácido pícrico en metanol y después agregando carbonato de potasio este resultara en picrato de potasio.
En comparación, el picrato de plomo anhidro es mucho más sensible, detona un 10% cuando se golpea con la misma masa lanzada desde una altura de 2 cm.