En su origen, era provisto libremente por el arzobispo en miembros de la nobleza magnaticia, pero en la Baja Edad Media fue prácticamente patrimonializado por la casa de Castro, y durante la Moderna llegó a tener carácter honorífico y hereditario, sucediéndose en la casa de los condes de Monterrey hasta el final del Antiguo Régimen.
El oficio de pertiguero mayor de Santiago era desempeñado por miembros de la alta nobleza y tenía funciones militares, policiales y judiciales.
Entre las funciones militares se contaban la de acaudillar las milicias episcopales compostelanas y socorrer con las mesnadas propias al arzobispo de Santiago de Compostela y su territorio.
Conviene señalar que la pertiguería mayor de Santiago había sido concedida por los prelados compostelanos desde la época del arzobispo Diego Gelmírez a cualquier magnate o ricohombre que les prestara homenaje y se comprometiera a defender a la Iglesia compostelana, a la ciudad de Santiago, y a todo el territorio o señorío de los arzobispos de «cualquier ataque o desdén», como señaló Manuel Castro y Castro,[1] y al mismo tiempo el cargo de pertiguero convertía a su poseedor en «verdadero comendatario» de las grandes posesiones de los arzobispos compostelanos.
[3] Algunos de los pertigueros mayores de Santiago en la Edad Media fueron los siguientes individuos, todos ellos miembros de la alta nobleza, o incluso emparentados con la realeza:[4]