El propio Cervantes la consideró su mejor obra; sin embargo la crítica da este título unánimemente a Don Quijote de la Mancha.
Es bastante probable que Cervantes empezara a escribir su última novela en forma simultánea con la hasta entonces inédita Segunda parte de Don Quijote en 1615.
Es este tipo de género literario el que Cervantes emprendió en el Persiles como culminación a su obra narrativa, pues se ajustaba a los modelos teóricos de prestigio menos originales que el novedoso modelo realista establecido por el Quijote.
Sin embargo, en ningún momento asevera Cervantes que su Persiles se inspira en la obra de Heliodoro, o sea Teágenes y Cariclea, como muchos críticos presumen, aunque los paralelismos son muy claros.
[1] Según Juan Bautista Avalle-Arce,[2] esta última narración de Cervantes suponía «la gran epopeya cristiana en prosa, propósito que ha desorientado a muchos lectores y provocado no menos desaciertos críticos».
[6] La Real Academia Española ha publicado una nueva edición crítica de esta obra con motivo del cuarto centenario.