En ella podemos leer lo siguiente: Esto es leyenda sin ningún fundamento histórico.
Sólo sabemos que Pedroso ya existía como pueblo antes del año 1.000.
Es posible que pudiera haber algún núcleo de población anterior al siglo X ya que se encuentra muy cerca del río Najerilla, en cuyos términos cercanos a Pedroso se asentaron poblaciones celtibéricas y más adelante romanas y árabes.
Sobre el nombre de Pedroso otra leyenda nos cuenta el presbítero Juan Matías de Herce: En los documentos más antiguos aparece siempre el nombre de Petroso o Petrosa, término latino que significa pedregoso o peñascoso, pues recoge las características del terreno.
Seguramente los antepasados, cuando llegaron a este lugar y vieron las peñas que sobresalían y las piedras que abundan por todo su término, no encontraron mejor nombre para bautizarlo.
La reina Estefanía debió de tener bastante apego por Pedroso ya que cuando el rey, su marido, estaba en la guerra y posteriormente a su muerte, residió largas temporadas en una casona junto al río del pueblo.
Es a partir del siglo XIII cuando ya recibe el nombre actual de Pedroso.
Era gobernada por su representante o tenente que vivía en el castillo de Tobía.
Un documento fechado ese año en Burgos y dado otra vez por Alfonso VIII dice lo siguiente: Desconocemos en qué consistió exactamente dicha pelea o luchada.
Este hecho está confirmado en varios documentos de la Edad Moderna.
La posesión del pueblo, a pesar de los documentos y de su confirmación por los reyes castellanos, planteará al monasterio najerense diversos conflictos en el último tercio del siglo XIV: varios señores feudales lo ocupan por la fuerza.
Terminan estos conflictos cuando gana el pleito que le enfrentaba a Valvanera en 1394.
Con ello el monasterio najerense recobra y completa nuevamente su propiedad sobre la villa de Pedroso.
Pedroso pasa a ser definitivamente villa de dominio realengo.
Así la actividad económica más importante del pueblo desde finales de la Edad Media fue el hilado y tejido de paños, bayetas y tela de lana basta (todo el proceso se realizaba en Pedroso: lavado de lanas, cardado, hilado, tintado, bataneo, tundido y perchado) y que exportaba a su comarca e incluso abastecía a las tropas reales como lo demuestran varios documentos.
Las otras actividades económicas serían la agricultura, la ganadería, la arriería y el comercio.
[5] Comenzó a construirse en estilo gótico en 1498, aunque su estado actual data de 1650.
La nave central está rematada con una cabecera ochavada de tres paños y a los pies hay un tramo suplementario, en el que se sitúa el coro y sirve de base para la torre.
El tejado está sostenido por pilares redondos con arcos apuntados que soportan crucerías en forma de estrella.
La nueva torre tiene dos cuerpos de planta cuadrada en sillería y mampostería con un tercero superior en forma octogonal de sillería y ladrillo donde se encuentran las campanas.
Se trata de un edificio realizado en mampostería, ladrillo y sillería.
El mismo D. Juan Manuel de Baños regaló una campana para la espadaña que culmina la fachada.
Encima del pueblo y en el lugar que llaman "las eras" encontramos esta ermita.
Cerca del pueblo se encontraba la Ermita de Santa Ana de la que ya no queda vestigio alguna y que fue dedicada a cementerio a principios del XIX.
La mayor concentración se halla a lo largo de la calle principal (Feliciano Montes), incluidas las dos plazuelas que atraviesa (del Tilo y de Martín Navarro), donde también se halla la parroquial.
En otra, escudo militar de fines del XVIII, cuartelado en cruz de dos ovejas enfrentadas a árbol, tres estrellas y cabria, león pasante a árbol y tres lises.
Pedroso no olvida sus ancestros intentado recuperar sus tradiciones y actividades típicas que se habían perdido.
Existen otras costumbres y tradiciones como la quema del judas el Domingo de Pascua, las cencerradas, las serenatas...
No podemos terminar este recorrido por Pedroso sin invitar al viajero a dar unos paseos por su término municipal, para que se deleite con sus maravillosos paisajes y vistas panorámicas, recreándose con sus hayedos y encinares, visitando su nevera y paseando por el entramado de sus calles viendo sus casas solariegas de los siglos XVII y XVIII con escudos heráldicos, disfrutando de la buena acogida de sus gentes sencillas.
Sometidas a los controles marcados por un reglamento, estas nueces están cultivadas de forma manual y familiar, y tanto las plantaciones como los envasadores están inscritos en sendos registros.