Nacido en Linares, según declara Lope de Vega en su Laurel de Apolo, hizo gran amistad con Miguel de Cervantes, quien aportó tres poemas a su Jardín espiritual y otros diversos a otras obras suyas y le elogió en el Don Quijote y en el Canto de Calíope.
Hay quien opina que fue caballero de Santiago.
Algunos de estos poemas prefiguran el género del romance morisco.
Su obra parecía mediocre a Baltasar del Alcázar, quien escribió contra ella alguna sátira, y tampoco agradaba demasiado a Fernando de Herrera.
Sus églogas fueron muy apreciadas en el siglo XVIII, centuria favorable a los clásicos renacentistas, por Luis José Velázquez (Orígenes de las poesía castellana, Málaga, 1744), Juan Bautista Conti (Colección de poesías castellanas traducidas en verso toscano, Madrid, 1790) y Juan José López de Sedano (Parnaso español, Madrid, 1770).