Durante su estancia en Bélgica, publica en parte en la imprenta de Pedro Phalesio en Amberes sus obras.
La última parte la componen nueve lamentationes a 6 voces para los maitines del jueves, viernes y Sábado Santo.
Pedro Calahorra la considera la culminación de la música polifónica española en ese género.
Entre sus alumnos se cuenta Diego Pontac y entre sus amigos Sebastián Aguilera de Heredia.
Permanecerá en la ciudad hasta su muerte, viviendo con su hermana Catalina, viuda rica del infanzón Martín de Villanueva, mercader y tintorero.