Calahorra lo coloca como hijo ilegítimo de algún noble o gran señor que, destinado a la vida religiosa, habría recibido una buena educación.
No hay más documentación debido a la destrucción sufrida en la Guerra de la Independencia en Tarragona.
El viaje ha sido repetido posteriormente por diversos otros musicólogos e historiadores, entre ellos Albert Lavignac, que incluye que Robledo había escrito varias obras en Roma; Hilarión Eslava; Juan Bautista Elústiza y Gonzalo Castrillo Hernández, citando a Franz Xavier Haberl; y Antonio Lozano, maestro de capilla del Pilar.
El hecho de la «creación» indica que Robledo todavía no había recibido las órdenes sagradas (menores) en esa fecha.
No se sabe si fue en su juventud o si fue entre su «creación» como maestro de capilla y las concesiones.
Tuvo que nombrar procuradores causídicos en diversas ocasiones para representarlo en el Vaticano.
Las obras de Robledo se seguían empleando en la Seo en pleno siglo XIX.
[1] De entre su obra, casi toda religiosa y en latín, se han conservado cinco misas, ocho motetes, tres invitatorios y varios Te Deum, salmos, magníficat e himnos para vísperas.