Suelen rebozarse primero en harina y luego en huevo batido, para ser posteriormente fritas en aceite hirviendo.
[1] Las patatas fritas se suelen poner en una cazuela con agua (en ocasiones caldo) y se añade un majado en mortero de ajo, azafrán (en ocasiones se emplea un poco de pimentón), perejil y sal todo ello diluido a veces con una cierta cantidad de vino blanco.
Existen variantes más exóticas del plato, como las patatas a la importancia con chorizo, taquitos de jamón, o incluso patatas a la importancia con almejas o cigalas.
Otras recetas suelen poner las patatas ya fritas a remojo en un caldo de vino y queso manchego para ser puestas al horno.
[3] En otros casos se añaden almendras tostadas y salsa de tomate.