Producida la Revolución Libertadora, un tiempo después del episodio que terminó con Perón exiliado en Paraguay, la residencia fue abierta la público y se pudo acceder a sus interiores y observar prendas, joyas de la Sra de Perón, utensilios personales; accediendo a un gran playón trasero se encontraba un vehículo Cadillac regalado al expresidente.[1] La propiedad fue habitada durante algunos años por el político rosista Manuel de Arrotea y su mujer, Josefa Vivot.Entre 1883 y 1887 (según diversas fuentes),[2] la quinta fue adquirida por el terrateniente Mariano Unzué (1836-1906) junto a su esposa Mercedes Baudrix.Aquí su familia vivió durante las siguientes décadas, alternando con su vivienda céntrica en la calle Florida (entre Sarmiento y Corrientes).El edificio no fue utilizado por los presidentes, el primero en hacerlo sería Edelmiro Farrell (1944-1946), quien usó esporádicamente el Palacio Unzué como residencia, en épocas en que el domicilio presidencial estaba en la calle Suipacha 1034.[5] El primer presidente en utilizarlo regularmente Juan Domingo Perón, electo en 1946, quien se instaló definitivamente en el Palacio Unzué, alejándose del centro porteño hacia este barrio arbolado y residencial, considerando que además por la Avenida Alvear (actual Av.También había un ascensor que se encontraba del otro lado de la casa, entre la biblioteca y el salón dorado.Allí vivió Perón hasta su derrocamiento, en 1955, por la Revolución Libertadora, cuando la casa sufrió un sospechoso conato de incendio.[cita requerida] Ya restablecido el orden democrático, el presidente Arturo Frondizi (1958-1962) impulsó en 1960 la construcción en el predio de la nueva Biblioteca Nacional.En un amplio terreno con jardines y una barranca que caía hacia el norte, el edificio miraba a la actual Avenida del Libertador, y estaba recostado sobre el lado de la calle Agüero, donde se encontraban las construcciones de servicio.Contenía numerosas especies, entre ellas Magnolias, Cedros, Araucarias, Palmeras Phoenix, Plátanos, Pinos, Castaños, Eucaliptos, Naranjos, Tipas, Álamos, Higueras, Acacias, Cipreses, Paraísos, Aguaribayes, Olivos, Jacarandás, coníferas y Gomeros.La maqueta de Santoro reproduce lo que a mediados del siglo XX se intentó borrar: el palacio Unzué.Las élites que habían derrocado a Perón en 1955 y destruido los símbolos de su gobierno querían regresar al sistema previo u otro más cercano que fue creado por la Generación del 80, es decir, una Argentina en la que las clases populares y trabajadoras fueran subordinadas al poder y este volviera a concentrarse en manos de las élites tradicionales.En conclusión, alegoricamente, la Generación del 80 construyó y derribó el Palacio Unzué porque simboliza las mismas élites que, al abrir la puerta, pavimentaron el camino para el surgimiento del “drama de Perón” y que, al cerrarla, intentaron borrarlo de la historia nacional.