Pablo de Alzola y Minondo
Pablo tuvo un hermano mayor, Benito, nacido en San Sebastián, ingeniero naval, y otros tres hermanos más, María Natividad, María Marcelina y Domingo, quien siguió la carrera de las armas.Estudió, como su hermano Benito, en el Real Seminario de Vergara, entre 1850 y 1852.[3] Dos años más tarde se graduó con buenas calificaciones a los 22 años, obteniendo el sexto puesto de 21 compañeros de promoción, entre los que estaba Evaristo Churruca.Desde entonces Pablo Alzola formó parte de la corriente denominada “transigente” que se avino a colaborar con el poder central sin protestar por los atentados sufridos por el sistema foral.Bilbao no debía mostrarse ni hostil ni contrario ni intransigente con los intereses de la nación ni con el gobierno, oponiéndose Alzola a una nueva actitud intransigente y peligrosa, inspirándose en el espíritu que predomina en la villa, en sus tradiciones, en la situación especial que ocupa, en los intereses comerciales que representa y en las desventajas que pudieran acarrearle.En las conferencias celebradas en 1886 en la capital bilbaína, Pablo Alzola abogó porque se restableciese la “sabia práctica” de que se celebrasen conferencias casi anuales entre las Diputaciones para consolidar “más y más los vínculos de la familia vascongada”.Pablo Alzola elaboró el informe de la comisión especial del concierto económico-administrativo en 1886, ofreciendo las bases del concierto y su posible renovación, lo cual sirvió para las posteriores negociaciones en Madrid con el ministro de Hacienda.Su interés por hacerse presente en la vida cultural, social y económica vasca y española le llevó a participar en la vida política, pero su espíritu independiente le condujo a más de un fracaso.El establecimiento del sufragio universal masculino en 1890 significó la necesidad de mayores caudales para engrosar la maquinaria electoral y conseguir un puesto en el Parlamento, que en ese momento se encontraba en reñida competencia entre los dos candidatos más acaudalados, Víctor Chávarri y José Martínez de las Rivas,[5] haciendo que circulara por el distrito de Balmaseda, en el que se presentó Alzola, un auténtico río de oro.Por entonces publicó Alzola la mejor obra hasta entonces existente sobre el arte industrial en España.Su edad, sus problemas de salud y familiares le empujaron a dejar la política activa, aunque continuó en el círculo conservador de Bilbao, impulsando lo que pudo su facción.A su fallecimiento había sido honrado con numerosas distinciones y nombramientos.