Si bien la duración fue menor que la ola de calor de 2003, esta tuvo más intensidad y causó un altísimo número de víctimas.
Las temperaturas fueron normales durante la primera quincena de julio cuando se registró una fuerte ola de calor en Estados Unidos y Canadá con registros de más de 40 °C en Nueva York y Chicago.
A partir del 18 de julio las temperaturas comenzaron a subir de forma brusca debido al posicionamiento de una masa de aire sahariana sobre la península y vientos ligeros de levante, por lo que se superaron los registros históricos en observatorios de Andalucía, Extremadura, Castilla-La Mancha, Castilla y León y Madrid.
En la costa mediterránea se dio la situación típica durante estas situaciones de bochorno y mínimas muy altas, pero no se alcanzaron los valores de la ola de calor del año anterior.
Los 40 °C se superaron también en observatorios de Aragón, La Rioja, Navarra, Galicia, Región de Murcia y el interior de la Comunidad Valenciana, y la franja de los 45 °C abarcó todo el bajo valle del Guadalquivir con especial incidencia en las ciudades de Sevilla y Córdoba.