Para uso provincial, los revolucionarios lanzaron manifiestos en que se quejaban del control de la legislatura y el poder ejecutivo exclusivamente por la familia Villanueva, que había llevado a la gobernación, sucesivamente, a sus parientes Carlos González y Melitón Arroyo.
Tras al fracaso de los federales, el gobernador Arroyo recuperó el gobierno, pero no pudo sostenerse en el poder.
Reemplazado por Ezequiel García, este llamó a elecciones, en las que triunfó el más joven de los dirigentes del clan Villanueva.
Pero sus partidarios tenían un completo control de la legislatura, lo que les permitió ignorar el cuestionamiento.
Desde la cárcel, este excomulgó al gobernador y prohibió a los curas párrocos de la provincia celebrar misa.