Un colirio mal compuesto le hizo perder para siempre la vista en Morón de la Frontera.
Con ocho años comenzó a recibir enseñanza especial y musical.
Estuvo casada con otro notable cantaor, Luquitas de Marchena (Lucas Soto Martín, n. en Linares, 1913-1965).
Siempre será recordada por el sabor popular que supo imprimir a todas sus interpretaciones, en especial en su versión de «Los campanilleros», más ligera y popular que la de Manuel Torre.
Destacó en villancicos, tonadillas, fandangos, tarantas, sevillanas, granaínas, mirabrás, malagueñas y colombianas, pero también en palos solemnes, como la seguiriya o la soleá.