El símbolo convencional y su representación "Z" proviene de la palabra alemana Atomzahl (número atómico).
Este hecho permitió clasificar los elementos en la tabla periódica por orden creciente atómico.
[4] Sin embargo, teniendo en cuenta las propiedades químicas observadas de los elementos, cambió ligeramente el orden y colocó al telurio (peso atómico 127.
Una numeración simple basada en la posición en la tabla periódica nunca fue del todo satisfactoria.
Además del caso del yodo y el telurio, más tarde se demostró que otros pares de elementos (como argón y potasio, cobalto y níquel) tenían pesos atómicos casi idénticos o invertidos, lo que obligaba a determinar su ubicación en la tabla periódica en función de sus propiedades químicas.
Sin embargo, la identificación gradual de más y más elementos lantánidos químicamente similares, cuyo número atómico no era obvio, condujo a la inconsistencia e incertidumbre en la numeración periódica de los elementos al menos desde el lutecio (elemento 71) en adelante (hafnio no se conocía en ese momento).
[9] Para entonces, también se habían descubierto los cuatro primeros elemento transuránicos, de modo que la tabla periódica estaba completa sin lagunas hasta el curio (Z = 96).
En 1920 llamó protones a las nuevas partículas nucleares pesadas (nombres alternativos: proutones y protyles).
Toda consideración de los electrones nucleares terminó con el descubrimiento del neutrón por James Chadwick en 1932.