Anteriormente era conocido con el nombre de NiFe debido a su riqueza en níquel y hierro.
A causa de esto, el núcleo terrestre está compuesto en su mayor parte de metales nativos como hierro (70 %), junto con níquel, iridio, osmio y varios elementos pesados.
Debido a esto el planeta Tierra es el más denso del sistema solar.
La temperatura de la Tierra aumenta con la profundidad, fenómeno conocido como gradiente geotérmico, y su centro puede superar los 6.700 °C, más caliente que la superficie visible del Sol.
La sismología aporta otras evidencias de la alta densidad del núcleo.
[3][4] Especulaciones recientes sugieren que la parte más interna del núcleo está enriquecida por elementos muy pesados, con números atómicos por encima de 55, lo que incluiría oro, mercurio y uranio.
[6] El núcleo interno sólido está demasiado caliente como para poseer una imantación permanente (ver temperatura de Curie) pero probablemente actúa como un estabilizador del campo magnético generado por el núcleo externo líquido.
[8] El alto contenido en hierro del núcleo, y las propiedades eléctricas del mismo, permiten interacciones entre sus átomos de forma que, dado un medio que así lo permita, los espines de los electrones queden alineados de forma que sus estados de energía individuales solapan unos con otros creando un campo magnético más potente que la distribución prorrateada por unidad.
Los efectos que esto tiene en la tecnología desarrollada por el hombre, en sí mismo no es relevante.