Museo José Luis Bello y González

Su holgada situación le permitió adquirir obras de arte para deleite personal.

El Gobierno del Estado cumplió su voluntad, estableciendo en la propia casa de Don Mariano Bello el Museo que alberga su colección, honrando así la memoria de ambos protagonistas.

Fueron confiscados los numerosos bienes acumulados por siglos por la Institución y se hicieron susceptibles de venta.

Durante el siglo XX, fue añadido un tercer nivel del lado de la calle y sufrió transformaciones internas.

Se integraron decoraciones eclécticas, pintura mural, lambrines y los cielos rasos en algunas salas a fin de convertir la casa colonial, en una mansión porfiriana.

Hacia 1942, el Gobierno del Estado tomó la atinada decisión de fundar un museo público con la colección heredada por Don Mariano en la propia casa del coleccionista; por ello adquiere la casa y encarga al Ing. Carlos Bello y Cabrera –hijo de Carlos Bello y Acedo- la adecuación arquitectónica de la misma.

Su gran tamaño y la desproporción de sus manos, corroboran que la pieza fue elaborada para colocarse en una superficie elevada.

Resguarda piezas, principalmente candeleros y ramilletes, elaborados en calamina, aleación metálica parecida al latón, muy difundida en la época virreinal.

Ubicada en la planta alta es uno de los espacios más representativos del Museo Bello.

Don Mariano incursionó también como pintor en el mundo se las artes, con bastante mérito técnico.

Junto a la Pinacoteca se encuentra la que en origen fue la sala principal de la casa.

La música jugaba un papel importante durante las reuniones de la sociedad burguesa y sobre todo para Mariano Bello que tenía una afición especial por esa disciplina artística por ello la sala está decorada con figuras vinculadas con la música.

Presenta cualidades técnicas y constructivas que hacen pensar en el maestro organero José Miguel Chacón como su constructor.

Otro instrumento musical que se observa en la Sala de Música del Museo Bello es un piano con encordadura vertical llamado Euphonicón.

Es la última sala del recorrido y resguarda la colección de marfiles, entre los que destacan dos tipos: los llamados marfiles cristianos que reproducen imágenes religiosas de la tradición católica, elaborados por los artesanos chinos o filipinos e importadas vía Galeón de Manila; y los marfiles civiles, entre los que destaca un bellísimo pabellón flotante del siglo XVIII.

Esta pieza representa las embarcaciones en donde la realeza o las familias adineradas chinas llevaban a cabo actividades de esparcimiento.

Este proyecto implicó en primera instancia la atención integral al edificio que alberga el Museo con el fin de devolver al edificio su calidad estética original y propiciar condiciones óptimas de exhibición y visita.

En este marco, también se restauraron los cielos rasos del edificio que si bien son elementos arquitectónicos, ostentan cualidades estéticas dignas de rescate.

Salón rojo.
Pinacoteca central
Sala de música.