Su obra más abundante fueron los bodegones, con los cuales representó los manjares típicos de la comida nacional.[4] Arrieta fue perfeccionando las técnicas del dibujo, la composición, el uso de los colores, la anatomía y el equilibrio, aprendidos en la Academia, lo que, aunado a su natural talento, lo llevaría a una etapa de madurez, y sus cuadros alcanzarían un carácter propio.Arrieta incursionó en el retrato, pintando algunos personajes destacados de la sociedad poblana, pero sus críticos, entre ellos el historiador Guillermo Prieto, afirman que Arrieta mostró fallos en la anatomía, como en la representación de las manos y la baja calidad en los tejidos y texturas.Por sus ideas contrarias a las que privaban en su ámbito, no solamente vivió en la miseria toda su vida sino también exento de popularidad.Este género de obras todos han convenido que hasta la presente no ha tenido rival en la ciudad.
Tertulia de pulquería
, 1851.
Agustín Arrieta, Cuadro de comedor, pintado entre 1857 y 1859, óleo sobre tela.
Retrato de la familia del General Don Felipe Codallos. Col. Museo Soumaya