Solo un heredero del mismo Isildur puede liberarlos de tal maldición.
Sin embargo, cuando Isildur los convocó para que lucharan contra Sauron en la Guerra de la Última Alianza, rompieron ese juramento, pues habían servido a Sauron en los Años Oscuros.
Una vez muertos no encontraron descanso y vagaron por las tierras que se encontraban encima de El Sagrario, sobre todo por los Senderos de los Muertos, donde no permitían la entrada a nadie.
Tolkien los describe como un ejército de neblinas y guijarros blancos que adoptan formas fantasmagóricas pero humanas.
Una vez cumplido lo que les había pedido, Aragorn, portador de la espada Andúril y futuro rey de Gondor, deshizo la maldición, por lo que los Hombres Muertos pudieron, finalmente, descansar en paz.