Su forma y contenidos han variado dependiendo geográficamente del tipo de exacción fiscal frente a la que se resistían los amotinados.
Los más comunes han sido motines defensivos contra las innovaciones fiscales, ya fuesen del estado absolutista o bien de los nuevos estados centralizados de matriz napoleónica en el siglo XIX.
No obstante, también ha habido motines antifiscales ofensivos en los que la población se aprovechaba de una situación revolucionaria para asaltar en masa, por ejemplo, los registros señoriales donde se anotaban las obligaciones fiscales de tipo feudal, acciones muy frecuentes durante el gran miedo en la Revolución francesa.
En España, el motín antifiscal más típico ha sido el motín de consumos, es decir, el que se resistía contra los impuestos directos en el mercado, introducidos por la reforma fiscal de Alejandro Mon en 1845.
En Portugal en cambio, el motín antifiscal más típico consistía en una algarada popular rural, reunida al toque de campanas, en la que los aldeanos expulsaban a los funcionarios del catastro cuando estaban midiendo las propiedades, o asaltaban y destruían el edificio público en el que se registraban las obligaciones fiscales de cada uno de ellos.