Habitualmente en la recogida se desechan racimos verdes o dañados para que no afecten al sabor del vino resultante.
En el caso manual suelen depositarse en grandes cestos que, tras llenarse, se vuelcan en tractores, para trasladarlos a la bodega.
En las uvas enteras, ante la ausencia de oxígeno, se produce una fermentación intracelular mediante fenómenos metabólicos provocados por sus propias enzimas.
Los hollejos se mantienen junto con el mosto durante los primeros seis días de su fermentación aproximadamente.
Al encontrarse en un entorno cerrado, este gas vuelve a ser asumido por ella, lo que produce una fermentación sin levaduras.
El resultado son vinos frescos, con aromas a fruta y que solo mantienen sus propiedades durante unos dos o tres años.
Este compuesto químico ayuda también a detener la fermentación sin aumentar la graduación alcohólica, lo cual puede resultar en hacer vinos más o menos dulces dado que poseen azúcares residuales.
La pasta seca que queda al final del prensado no se desperdicia y suele emplearse para realizar orujos, tratamientos en spas o para la fabricación de cosméticos.
Las cubas suelen disminuir un poco su nivel, debido a la evaporación o la absorción por parte de la madera, y se rellenan con vino para evitar que la capa superficial entre en contacto con el aire, con lo que se corre el riesgo de picado acético.
Aunque en la trasiega muchos elementos en suspensión son retirados del vino, otros más ligeros no llegan a decantar por sí solos.
En ellas se sucederán una serie de procesos físico–químicos que irán "envejeciendo" el vino, estabilizando su color y enriqueciendo sus aromas.
En ocasiones, durante la crianza o el embotellado se usa anhídrido sulfuroso para evitar bacterias de avinagrado.
Tradicionalmente, los vinos tintos combinan bastante bien con carnes y determinados quesos, pero también con muchos otros tipos de platos.
Por lo tanto, es perfectamente posible acompañar un vino elaborado exclusivamente con moscatel rojo con una tarta de chocolate o incluso un chianti con una pizza.
Un vino tinto que pueda utilizarse en la cocina, ya sea para adobos o para salsas, debe primero tener cuerpo y no presentar un sabor terroso pronunciado.
Además del ácido acético, el vinagre conserva todos los principios fijos y sales que existían en los vinos.
El vinagre de vino contiene acetilmetilcarbinol (acetoína) (CH3-CO-CHOH-CH3), que se forma durante la fermentación alcohólica.
Sin embargo, el vino blanco o ligeramente rosado parece tener ventaja para ello gracias al efecto de transparencia que aporta.
Muy a menudo, el vino tinto se utiliza como símbolo de alegría, placer, fraternidad y, por supuesto, embriaguez.
Luego el hermano le cuenta toda una historia sobre Dios y pronuncia unas palabras en latín para finalmente poder tomarse la botella.
Muchas películas transcurren entre viñedos, con una acción que gira en torno a la elaboración de un vino tinto.
[8] Más recientemente, un cortometraje inspirado en Romeo y Julieta confiere al vino tinto el papel protagonista en Du Rouge à l’âme.