No se sabe con certeza si los monasterios femeninos de Occidente, especialmente los ingleses, siguieran la Regla de san Benito, pero con la reforma del año 492, del papa Bonifacio, insistió en que todos los monasterios femeninos adoptaran dicha regla.
Las otras colegiatas adoptaron la vida regular a partir de ese mismo siglo.
En los concilios de Constanza (1414), Basilea (1431) y Trento (1545) se reguló que, como los otras órdenes contemplativas, también las benedictinas observaran una clausura estricta.
Sin embargo, la Revolución francesa acabó con estos monasterios, hasta que, solo algunos de ellos, se volvieron a abrir durante el siglo XIX.
[3] Los monasterios que no pertenecen a ninguna de las federaciones o congregaciones son unos 233 en todo el mundo, con unas 3.958 monjas.