Se trata de un municipio hispanófono, en el que el español cuenta con el predominio lingüístico reconocido legalmente.
La localidad se encuentra a 230 m s. n. m. (metros sobre el nivel del mar), en una colina que estuvo coronada por un antiguo castillo medieval reconvertido en el siglo XVII en iglesia parroquial.
El relieve del municipio está caracterizado por el valle del río Vinalopó, que discurre por el suroeste; y las sierras prelitorales que lo circundan al norte y al este.
La sierra de las Águilas alcanza su cota máxima en el territorio en el pico San Pascual (555 m).
Estos vivían en poblados que construían en zonas elevadas, generalmente amurallados para su defensa.
En el municipio se han hallado varios Toros íberos, en un paraje cercano al río Vinalopó de extraordinaria importancia, que demuestran la existencia de un templo (o Cementerio Sagrado).
[6] Además, una lápida romana, junto a otras similares encontradas en La Mola (Novelda), demuestran claramente el pasado latino de Monforte.
Teodomiro (Tudomir) duque visigodo del siglo{{esd}VIII} fue el gobernador de la Provincia Carthaginense.
Al igual que la vecina Al-Laqant (Alicante) entre el 718 y 1248 la ciudad integraba Al-Ándalus.
De este legado nos quedan las principales canalizaciones de riego (presa El Azud, por ejemplo) y barrios tan emblemáticos como La Morería, (con sus calles estrechas, más parecidos a los «zocos» marroquíes que a las calles castellanas).
La conquista militar se finalizó en diciembre de 1248 con las tropas del rey castellano, comandadas por su hijo, el infante Alfonso.
La villa experimentó un extraordinario crecimiento demográfico durante el siglo XVIII alcanzando, según el geógrafo Cavanilles, las 820 casas en 1794 (unos 3300 habitantes).
La economía local también se apoya en una creciente industria, que cuenta con la tentadora oferta de un moderno polígono industrial, muy bien comunicado.
Esta industria ofrece productos de alta calidad, diseño y belleza que cuenta con un gran prestigio nacional e internacional.
Monforte cuenta además con una industria tradicional y artesanal: la elaboración de Anisados y Licores; siendo la bebida más famosa la «paloma monfortina», cuya elaboración se ha mantenido en el municipio desde el siglo XIX.
Esta fiesta tiene un origen y una base profundamente religiosa, que se ha ido enriqueciendo a la vez con un claro componente lúdico, existente en cualquier festividad.
Sin embargo, es su componente teatral y representativo de la historia lo que la hace única en su género.
La fiesta religiosa surgida en el siglo XVIII, en su mayor parte financiada por los vecinos, también estará presente en las calles.
Además, esas fechas festivas las aprovechaban los monfortinos ausentes para acudir al pueblo ya que por San Roque se iniciaba siempre la campaña de la uva, que terminaba a primeros de año.
Los actos tradicionales son: pasacalles por la mañana y almuerzo general en la Plaza Mayor.
Monforte del Cid posee una cocina tradicional fundamentalmente basada en la dieta mediterránea.
En alguna otra zona se las denomina «monas» y es costumbre hacer grandes cantidades por Pascua.