En el caso del pescado su consumo es elevado en este tipo de alimentación.
[7] También se atribuye al consumo de pescado, en especial pescado azul,[8] rico en ácidos grasos omega 3 y, finalmente, al consumo moderado de vino tinto (por sus antocianos y resveratrol).
El vino también está asociado a otro efecto cardioprotector denominado la paradoja francesa.
[11] La adherencia a la dieta mediterránea reduce en un 30% el riesgo de padecer diabetes tipo 2, sin necesidad de reducir la ingesta calórica, el peso o realizar ejercicio físico.
Este trabajo exploró sus mecanismos de acción, evidencia clínica y posibles efectos adversos en relación con las enfermedades cardiovasculares.
Éstos impiden la oxidación del colesterol LDL, evitando así que se adhieran a las paredes celulares de las arterias (que da inicio al proceso de aterosclerosis).
[21] Previamente, en 2007, el Gobierno español propuso la candidatura de la dieta mediterránea para su inclusión en la lista del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad, pero fue rechazada en la conferencia internacional que la Unesco realizó en Nairobi.
En 2013, la Unesco acordó que la dieta mediterránea sea inscrita como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad en Chipre, Croacia y Portugal, tres años después de aprobar este requisito para España, Grecia, Italia y Marruecos.
Acabó formulando una dieta en la que predominaban los productos vegetales, complementada con cantidades justas de carne y pescado.