Monasterio de mujeres

[1]​ También San Antonio Abad en el siglo IV fundó un monasterio para monjas y puso como superiora a su hermana.Y San Basilio —patriarca del monacato oriental— fundó varios monasterios para mujeres jóvenes en Capadocia (actual Turquía) y otros enclaves, multiplicándose estos cenobios, que, llegado el siglo V, algunos de ellos contaban con más de 200 monjas.En el siglo IV, Melania la Anciana (Hispania, 343 o 349 - Jerusalén, 410) fundó un monasterio femenino cerca del Santuario de la Ascensión que llegó a tener hasta 50 vírgenes consagradas.Cuando Benito fundó el monasterio de Montecasino, creó cerca otro para mujeres llamado Piumarola que lo regentaría Escolástica, observando la misma regla.Los dos hermanos se reunían cada cierto tiempo al pie del monte para hablar de asuntos religiosos y para rezar juntos.[6]​ Durante los siglos VI y VII se fueron desarrollando gran cantidad de monasterios en Hispania observando las reglas que redactaban los propios monjes.[nota 2]​ Todas las órdenes religiosas masculinas tuvieron casi al mismo tiempo su correspondiente femenino y por lo tanto su monasterio.En general todos los conventos femeninos tenían y tienen a continuación del compás o entrada (pero fuera de la clausura) unos habitáculos que servían para realizar el sacramento de la confesión, para alguna visita privilegiada y a veces para decir misa.Por la misma razón, las sacristías son menos espaciosas porque nunca coinciden varios sacerdotes para revestirse para decir la misa.En muchos de los casos las comunidades iban siendo cada vez menos numerosas, quedando tan solo un pequeño grupo de monjas ancianas con dificultades para la subsistencia, así que, o bien por separado o bien en conjunto, la Iglesia ha optado por integrarlas en otros monasterios con más vida.Algunas monjas cultivan un pequeño huerto y venden sus productos al público, a través del torno.
Monasterio de Santa Ana en la ciudad de Valladolid.
Paula y San Jerónimo, lienzo de Zurbarán
Real Monasterio de la Encarnación (Madrid)
Torno del convento de Santa Catalina de Siena en la ciudad de Valladolid, España.
Monasterio de La Encarnación de la ciudad de Ávila, España. Pequeña celda de espera para el visitante. Tras la reja está la clusura.