En el año 1190 todas sus posesiones pasaban bajo la protección directa del rey Alfonso II.
Llegó a ser el monasterio más rico del obispado de Urgell por las grandes donaciones que recibió entre los siglos XII y XIII y fue a partir del siglo XIV, cuando inició su decadencia.
En el interior de la iglesia se encuentran treinta capiteles en total labrados con motivos vegetales, animales fantásticos, monstruos, ángeles y personajes con leones o serpientes.
El templo conserva tres puertas, la de la fachada sur que comunica con el cementerio, ha estado muy reformada; la del muro norte es la que daba a las dependencias monacales y al claustro.
En la fachada oeste, se encuentra la puerta de entrada principal con arco de medio punto y tres arquivoltas en degradación y un guardapolvo formado por una moldura lisa.