Además incluyó en su interior una ara portátil (con inscripciones) destinada a celebrar misa los religiosos custodios durante su travesía marítima, cuando Roma estuvo seriamente amenazada por una invasión.
Las excavaciones arqueológicas posteriores a 1990 dieron muy buenos resultados, promoviendo incluso la restauración de todo el complejo abacial, y en especial la iglesia.
Sin embargo, la primera documentación de la existencia del establecimiento data del año 878 siendo mencionado como una simple celda monástica consagrada a San Pedro, pero no es hasta el año 945 cuando se considera un monasterio benedictino independiente, regido por un abad.
Ligado al condado de Ampurias, llega a su máximo esplendor entre los siglos XI y XII.
A partir del siglo XVII es saqueado en varias ocasiones y en 1793 fue abandonado por la comunidad benedictina que se trasladó a Vila-sacra y, finalmente, se instaló en Figueras en 1809 hasta que fue disuelta.
La doble columnata descansa sobre un alto zócalo y en los laterales, unas columnas adosadas aguantan los arcos de medio punto que separan las naves.