Bonifacio IV

Durante su pontificado consiguió, del emperador Focas, el permiso para convertir el Panteón de Roma, construido por Agripa en honor a Júpiter, Venus y Marte, en un templo cristiano que fue consagrado el 13 de mayo del 609, a la Virgen María y a todos los santos.

Otro hecho relevante ocurrido bajo su pontificado fue que el rey de los lombardos Agilulfo, a la sazón arriano, convenciera al misionero irlandés san Columbano de remitir al papa una carta en la que acusaba al pontífice de herético por admitir el Quinto Concilio Ecuménico celebrado en Constantinopla en el 553, y exhortándolo a la convocatoria de un concilio en el que demostrara su ortodoxia.

No obstante, las relaciones entre Agilulfo y el Papa llevaron a la restitución por parte del rey de los bienes eclesiásticos expropiados y significó el inicio de la integración religiosa y política del reino.

Estas buenas relaciones no son ajenas a los propios intereses políticos del papado, coincidentes con los de la monarquía lombarda.

Mientras Agilulfo buscaba la legitimidad del dominio lombardo sobre Italia frente al Imperio Bizantino, el papa buscaba la primacía de la sede romana frente a los demás patriarcados cristianos bajo el control de Bizancio, y por tanto la independencia de acción política frente al Exarcado, basándose principalmente en el apoyo franco, pero también en el lombardo y visigodo.