[3] Elío, acérrimo partidario del absolutismo monárquico, huiría más adelante a la España peninsular donde fue ejecutado durante el Trienio Liberal.
La resistencia realista en Montevideo estuvo encabezada principalmente por el sargento mayor Diego Ponce de León.
Considerablemente influyentes entre las clases más bajas, los empecinados utilizaban tácticas violentas para intimidar a quienes simpatizaban con los revolucionarios.
Defendió la monarquía absoluta desde una perspectiva contrailustrada, exaltando las virtudes religiosas de la obediencia y la lealtad.
[6] Quienes apoyaban la unión estaban nucleados principalmente alrededor de un círculo político llamado el "Club del Barón", a través del cual la mayoría de los intelectuales y aristócratas colaboraban con el régimen recién establecido.
[9] El rey Juan VI ya había sugerido una iniciativa similar como solución neutral al conflicto por la Banda Oriental.
Fructuoso Rivera, presidente del bando, también había sido miembro del mencionado Club[11] y abogaba por una "independencia relativa" respecto de Brasil en contraste con una "independencia absoluta" que supuestamente haría caer al país en la "anarquía".
Estas propuestas fueron explotadas por los propagandistas del Gobierno de Cerrito para caracterizar a sus oponentes como colonialistas y traidores.
[17] Amilivia y otros carlistas renunciarían más tarde a su adhesión al Partido Blanco, autodenominándose simplemente como "blancos del Cerrito" y lamentando el giro liberal que había tomado el partido más adelante.
[14] Un grupo menor de carlistas como José Machín o Juan Pablo Goyeneche habían luchado con los colorados: ambos fueron nombrados coroneles del ejército uruguayo y ocuparon posteriormente importantes cargos políticos.
[18] El pretendiente Carlos VII visitó Uruguay en uno de sus viajes por América Latina, y mantuvo reuniones con algunas figuras importantes del catolicismo local como el obispo Inocencio María Yéregui o el terrateniente Hipólito Gallinal.
[19] La mayoría de las agrupaciones y sociedades carlistas se disolvieron o perdieron su identidad política a principios del siglo XX.
Este nuevo modelo, llamado "democracia orgánica" por los franquistas, estaría supuestamente basada en los "principios cristianos de orden político".
El expresidente escribió numerosos artículos para medios carlistas internacionales, convirtiéndose en una figura respetada del movimiento.
[24] Después de su encarcelamiento, la Comunión Tradicionalista emitió un comunicado pidiendo su liberación, elogiando a Bordaberry como un gobernante que "aplicó principios orgánicos, restauró la autoridad y propició el avance económico y social de los uruguayos".
[25] En 2004 recibió la visita del pretendiente carlista español Sixto Enrique de Borbón mientras se encontraba en prisión.
[24] Álvaro Pacheco Seré (1935-2006) fue un abogado uruguayo y amigo cercano de Bordaberry, designado por este último como su secretario personal durante su presidencia.
Pacheco renunció a su cargo tras la destitución de Bordaberry y le siguió posteriormente en su afiliación al carlismo.