Dichos mullis también se ofrendaban a los dioses como muestra de agradecimiento tras largos viajes.
El cocinero principal era fray Pascual, que ese día corría por toda la cocina dando órdenes ante la inminencia de la importante visita.
El mismo fray Pascual comenzó a amontonar en una charola todos los ingredientes para guardarlos en la despensa.
Incluso hoy, en los pequeños pueblos, las amas de casa apuradas invocan la ayuda del fraile con el siguiente verso: "San Pascual Bailón, atiza mi fogón.
Debido a la abundancia de especias (especialmente, chile) con las cuales se elaboran estos platos, los turistas foráneos en México suelen considerarlo un gusto adquirido.