[4] Se daban ofrendas a los dioses, como el sol, la lluvia, agua, y muchos más.
Era un sistema de trabajo obligatorio, equivalente al servicio militar del mismo tipo, y continuó, ya dentro del período bajo soberanía española, ayudando a desarrollar internamente una economía de mercado con productos y servicios para España.
La mita establecía cuotas laborales que debía cumplir la población nativa tributaria según asignación que hiciese el corregidor, tanto para el servicio del encomendero como del poseedor de mercedes de tierra o hacendado.
El servicio forzado ejercía una inmensa presión sobre la población sobre todo entre los trabajadores en las minas, como la de Potosí.
Esos defectos no habrían sucedido del todo en casos como en la Mina San Antonio del Nuevo Mundo, en tanto el mundo del trabajo minero en la era colonial hispanoamericana presenta variados modos de organizar la mano de obra, con formas que podían ser entre voluntarios y forzadas, siendo así que, para la mayoría de minerías, era predominante el trabajo voluntario.
[10] Por otra parte, sucedió una enorme migración forzada (de modo similar a tiempos prehispánicos), por el que los indígenas dejaban de estar dispersos por el área rural, para concentrarse en pueblos fundados con inspiración en la Urbanística medieval y las ciudades castellanas.
Las autoridades virreinal eran conscientes del fenómeno, pero con frecuencia consideraban ser impotentes para acabar con los flujos de población.
Esto se debió a que poblaciones indígenas terminaban insertándose en la mita a conveniencia aprovechando cierto poder de negociación como trabajadores del campo, y para luego escapar e irse a otros pueblos en función de las demandas del mercado (evitando ser presionados por algunas autoridades coloniales en el proceso y así tener excencion de la mita).
Era esta, una institución que personalizaba la antigua tradición de la mit'a (filosofía del trabajo comunal para lograr un bien común).
Se logró realizar en el Perú, más infraestructura que en casi toda la época republicana (de 1821 hasta 1963).
El principio fue bastante simple: dado los escasos recursos económicos del Estado, las obras públicas que haría esta institución, debían contar con el «cofinanciamiento» de los beneficiarios, básicamente este cofinanciamiento, estaba dado en mano de obra.