El papa comienza la encíclica recordando el cuidado que Jesús prometió a sus discípulos.
Un cuidado que no ha disminuido en los tiempos actuales, aunque algunos los desconozcan o desdeñen.
sigue la encíclica, en tiempos recientes León XIII, en la encíclica Annum sacrum, declaró: considerando que en la devoción al Sagrado Corazón se contiene la suma de toda la religión y la norma de vida más perfecta, el papa valora la consagración del Corazón de Jesús realizada por León XIII, como manifestación del deseo de que Cristo reine en el mundo.
[4] Por lo demás no se puede dudar que tal como Jesucristo prometió a Santa Margarita María de Alacoque: "todos aquellos que con esta devoción honraran su Corazón, serían colmados con gracias celestiales».
Tras la encíclica, en el mismo volumen del Acta Apostolicae Sedis, se publica una "Oración expiatoria al Sagrado Corazón de Jesús", en varios idiomas: latín, italiano, francés, español, portugués, inglés, alemán y polaco,[7] a cuyo rexo se le concede, mediante oficio de las Sagrada Penitenciaria Apostólica, una indulgencia parcial de 300 días y plenaria si se reza diariamente durante un mes[8]