Mirae caritatis

En la actividad pastoral del León XIII estuvo especialmente presente su preocupación por la vida espiritual de los fieles, a este objetivo se dirigen sus encíclicas sobre el rezo del rosario, o la consagración de todo el género humano al Sagrado Corazón[a]​, Pero, en su pontificado estuvo también presente su preocupación por la recepción fructífera de los sacramentos;[1]​ normalmente a través de sus homilías y alocuciones; pero este atención a la práctica sacramental tuvo también su reflejo en esta encíclica, en la que aconseja vivamente la comunión frecuente, una preocupación que estuvo especialmente presente en san Pío X; su sucesor en la sede de Pedro.

[b]​ Por esto el papa ha procurado al mismo tiempo prodigar sus enseñanzas para evitar el contagio de los errores presentes en este tiempo, como robustecer la vida cristiana.

Recuerda en este sentido el consuelo que le ha proporcionado el culto universal al Sagrado Corazón y cómo se ha respondido a su exhortación[a]​ para la consagración al corazón del Señor.

Ahota, en esta encíclica desea recomendar encarecidamente al pueblo cristiano la Sagrada Eucaristía, continuando así los privilegios con los que ha concedido a los institutos dedicados al culto perpetuo de la divina Hostia, o el impulso a los Congresos Eucarísticos, o haber designado como patrón de estas obras a San Pascual Baylón.

Precisamente en la eucaristía está el remedio, pues ella fomenta la caridad, la unión fraterna y la igualdad social", a este propósito recuerda la encíclica las enseñanzas de San Cipriano[3]​ y San Agustín[4]​, y las palabras de San Pablo: "Porque el pan es uno, somos muchos un solo cuerpo, pues participamos de ese único pan".[5]​.