Las composiciones resaltan por una estética composicional minimalista y un distintivo carácter religioso o espiritual.
[1] Esta transición se vio como un aspecto de posmodernismo musical o neorromanticismo, esto es, un regreso al lirismo del siglo XIX.
En los años 70 y continuando en los 80 y 90, varios compositores, muchos de los cuales habían trabajado anteriormente en música serial o experimental, empezaron a trabajar con ideales estéticos similares – materiales composicionales radicalmente simplificados, una base fuerte en tonalidad o modalidad, y el uso de melodías sencillas , repetitivas – pero incluyendo una orientación explícitamente religiosa.
Ejemplos incluyen Arvo Pärt (un estonio ortodoxo), John Tavener (un compositor británico convertido a la ortodoxia griega), Henryk Górecki (un católico polaco), Alan Hovhaness (el primer minimalista místico), Sofía Gubaidulina, Giya Kancheli, Hans Otte, Pēteris Vasks y Vladimír Godár.
Sus ampliamente distintas nacionalidades, creencias religiosas, e inspiraciones composicionales hacen el término problemático, pero su uso está muy extendido, entre musicólogos y críticos de música, principalmente debido a la falta de un término mejor.